El nacimiento de la Unidad de Biotecnología Vegetal se remonta a 1995, año en el que el Dr. William Rojas, exdirector general y científico de la CIB, le propuso al Dr. Rafael Arango después de su instancia postdoctoral en Suiza, trabajar con plantas transgénicas. La confluencia de sus intereses permitió hacer cultivos y ejercer control frente a la Sigatoka negra, una enfermedad producida por el hongo Mycosphaerella fijiensis que produce enormes pérdidas en las plantaciones de plátano y banano. Con el transcurso de los años, las investigaciones del grupo también se han visto orientadas al trabajo con orquídeas en proyectos aplicados a cultivos vegetales para tratar de multiplicarlas, tanto por semillas como por multiplicación de meristemos, y de hacer diagnósticos rápidos de los virus que las afectan. Quisimos acercarnos al Dr. Rafael Arango, líder de la Unidad, para reconstruir brevemente la historia visitando los parajes más recónditos de su memoria. Justo allí, al develar la cara más oculta, conocemos a un hombre amante de la fantasía y de la ciencia ficción. Un lector apasionado del escritor estadounidense Isaac Asimov.
¿En qué año ingresó a la Corporación?
Me gradué en 1985 como Médico Cirujano del CES. Recuerdo que establecí contacto con la Dra. Ángela Restrepo durante el último año de mi carrera, ya que hice una rotación en Micología. Realicé mi año rural en el Laboratorio de aquella misma Unidad y trabajé de 1986 a 1987 en la CIB, cuando aún estaba en el Hospital Pablo Tobón Uribe. Luego me fui a estudiar al exterior, hice un doctorado en Israel y un postdoctorado en Suiza.
¿Tenía algún referente de la Corporación antes de llegar a ella?
¡Eso fue hace tanto tiempo! Yo quería, sobre todo, trabajar en investigación. Me gustaba más la investigación que la práctica clínica, por esta razón fue que establecí el contacto con la Dra. Ángela Restrepo. En esa época había muy pocas instituciones en Colombia, particularmente en Medellín, que trabajaran en investigación a nivel de laboratorio.
La Dra. Ángela no solo goza de un estatus científico admirable, también es destacable su lado más afectivo. Muchos investigadores valoran la familiaridad y los buenos tratos con su equipo, ¿tiene alguna anécdota en particular? ¡También podemos apelar a la ocurrencia!
No tengo una anécdota en particular, pero recuerdo que cuando trabajé en el laboratorio casi todas las que trabajaban allí eran mujeres. La Dra. Ángela Restrepo entraba al laboratorio y decía: “¿Qué hubo, niñas? ¿Cómo están?” ¡Yo al final ya me sentía involucrado en el saludo! Es cierto, ella establecía lazos afectivos con toda la gente.
¿Cómo acude al nacimiento de la Unidad de Biotecnología Vegetal? ¿Podríamos remontarnos a la década del noventa?
Hice el doctorado en Israel, después un postdoctorado en Suiza por dos años. Sostuve un contacto permanente con la Dra. Ángela Restrepo y el Dr. William Rojas. Él me escribió cuando yo estaba haciendo el posdoctorado, me dijo que él quería que yo volviera, estaba muy interesado en impulsar la parte de biotecnología en la CIB, y tenía nexos con el sector bananero. Él fue el que me propuso iniciar una unidad nueva trabajando con una enfermedad del banano que se llama la Sigatoka negra. Así fue como comenzó la unidad alrededor del año 1995.
En esa época era realmente muy difícil conseguir una financiación para iniciar la unidad, el Dr. Rojas gestionó demasiado para comenzar a ganar puntos en el sector bananero, con Colciencias y con la Gobernación de Antioquia para poder montar el laboratorio. Cuando yo llegué a la CIB junto con mi esposa, quien es Bióloga, no había nada de la Unidad de Biotecnología Vegetal, nos tocó montar todo de cero prácticamente.
La Unidad también se ha destacado por trabajar con algunos géneros de orquídeas, ¿podría describirme un poco en qué consisten estos estudios?
Pretendíamos analizar estrategias de conservación de orquídeas que fueran silvestres, la idea era utilizar cultivo de tejidos vegetales para conservarlas. Trabajamos especialmente con unas especies de orquídeas que se llaman Masdevallia, un género de orquídeas pequeñas, muy bonitas. Se hizo un invernadero por Piedras Blancas, allí se mantenían las orquídeas y se daban cursos a los campesinos para aprender a cultivarlas. La idea era que ellos mismos aprendieran y pudieran posteriormente obtener alguna entrada económica a través de esto.
¿Cuáles han sido los logros más significativos de la Unidad durante todo este tiempo?
Te puedo hablar de logros científicos: hemos determinado las bases moleculares de la resistencia del hongo Mycosphaerella fijiensis a los fungicidas químicos, lo cual es muy importante para el sector porque el hongo se va volviendo resistente al control que se hace, entonces es importante entender cómo se vuelve resistente. Esa es una de las cosas más importantes que hemos hecho. También hemos estudiado mucho el genoma del hongo, hicimos una publicación sobre este tema en específico con una descripción muy detallada.
Hemos analizado a profundidad la interacción planta-patógeno; es decir, cómo las plantas de banano se defienden del ataque del hongo. También desarrollamos unas variedades de plantas de papa transgénicas, resistentes al insecto Tecia Solanivora.
Las circunstancias actuales nos llevan a reflexionar sobre la importancia de la producción y circulación de conocimiento y sus múltiples beneficios al servicio del hombre, ¿qué opina de esto?
Es importante apostarle a la investigación porque en nuestra sociedad actual el conocimiento es lo que dicta todas las cosas y lo que nos da luz para seguir transitando por el camino, si no tenemos conocimiento de nada, estamos perdidos. La investigación lo que busca es eso: adquirir conocimiento para el beneficio del hombre, para entender la naturaleza también y aprender a convivir con ella.
Elaborado por: Andrea Martínez