Personajes CIB: la Dra. Gloria Mejía

“El verdadero lugar de nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente, mis primeras patrias fueron los libros”, expresa el emperador romano Publio Elio Adriano, del siglo II a.C., uno de los últimos espíritus libres de la antigüedad cuya voz nos llega como un eco a través de las famosas Memorias de Adriano,publicadas en 1951 por la novelista belga Margarite Yourcenar.

Hoy la Dra. Gloria Mejía, de la Unidad de Bacteriología y Micobacterias, consagra gran parte de su tiempo a la lectura y al estudio minucioso del hombre en diferentes culturas, de allí su interés por la novela histórica. Margarite Yourcenar, Thomas Mann y Julia Navarro son algunos de los autores que han pasado por sus manos, a quienes comparte con deleite en cálidas conversaciones que sostiene con las compañeras que aún conserva del Colegio Inmaculada Auxiliadora. Largas filas de libros a la espera de ser gustosamente leídos esperan pacientemente, mientras dedica otra parte de su tiempo a cultivar el amor por sus nietos y a trabajar sagradamente los miércoles en la CIB.

Su historia se entreteje con la Corporación cuando a principios de 1979 —faltando tres meses para dar por terminada su práctica rural en Arboletes como licenciada en Bacteriología y laboratorio clínico— recibe la llamada del Dr. Hugo Trujillo Soto, fundador de la Unidad, médico egresado de la Universidad de Antioquia especializado en Infectología pediátrica en la Universidad de Tulane, quien le extiende una invitación para vincularse. Al llegar al laboratorio, ubicado para entonces en el octavo piso del Hospital Pablo Tobón Uribe, percibe un ambiente familiar al encontrarse con la Dra. Ángela Restrepo, docente de la Universidad de Antioquia con quien había hecho rotaciones en el área de Micología; y a sus compañeras de estudio, la Dra. Beatriz Jiménez y la Dra. Luz Elena Cano. 

Sus primeros trabajos estuvieron encaminados al estudio de antibióticos nuevos para el tratamiento de enfermedades graves en niños, justo en una época donde el laboratorio empezó a convertirse en un modelo. “Nuestro laboratorio empezó a ser un referente en micobacterias, en bacteriología de anaerobios y en la identificación de bacterias de diagnóstico que daba mucha dificultad en laboratorios de rutina, así que fuimos los primeros en incentivarlo. Nuestra especialidad fue en pruebas de susceptibilidad, inicialmente manejábamos los antibióticos nuevos con las bacterias de la comunidad nuestra analizando si eran sensibles o resistentes”, expresa con emoción. 

41 años de trabajo constante vividos con entusiasmo le han permitido visualizar cada uno de los cambios y relatarlos de manera íntima y personal. “Implementamos el Sistema de la capa delgada, como solemos llamarlo aquí, para el diagnóstico rápido de la infección por Mycobacterium tuberculosis o micobacterias no tuberculosas. Me tocó el diagnóstico de micobacterias desde que se hacía con la técnica Ziehl-Neelsen, donde el cultivo se podía demorar hasta ocho semanas; y el diagnóstico que es posible hacerlo hoy en dos horas, gracias a las pruebas moleculares”. 

Señala, además, que aunque ahora existe mucha competencia debido a la tecnología que permite realizar rápidamente el diagnóstico de estas infecciones, la CIB sigue siendo un referente. “Fuimos los primeros en Colombia en utilizar el sistema MGIT, el cultivo en medio líquido que nos da el crecimiento de la micobacteria mucho más rápido que si se hiciera solamente en un medio sólido. Llevamos veinte años usándolo, ahora —según las políticas nacionales e internacionales— lo están implementando como una necesidad porque es mucho más sensible que los medios tradicionales a base de huevo donde la micobacteria crece mucho más lenta”, explica.

Durante todo este trasegar, la Dra. Gloria Mejía no solo acudió al nacimiento y fortalecimiento de su Unidad, también a la expansión paulatina del Hospital Pablo Tobón Uribe que finalmente obligó a la Junta Directiva de la CIB a buscar una sede propia, un sueño distante pero que se materializó por fin ante sus ojos. “Estábamos muy hacinados, éramos varios grupos. La CIB empezó solamente con el grupo de Micología de la Dra. Ángela Restrepo, después empezó el Dr. Hugo Trujillo con Bacteriología, posteriormente el Dr. Rojas con Control biológico y el Dr. Marco Restrepo con Inmunología y parasitología, quien migró finalmente al Instituto de Medicina Tropical. Con el tiempo, la Unidad se fusionó y la llamamos Bacteriología y Micobacterias porque ya nos habíamos especializamos en esa área”, aclara.

En cuatro décadas de historia, una anécdota chistosa sobrevive a su memoria. Cuenta que durante las investigaciones que se realizaron en las instalaciones del Hospital Pablo Tobón Uribe, con compañeras que tenían alrededor de 22 o 23 años de edad para entonces, recibía llamadas de su novio en el único teléfono que había y que estaba ubicado justamente en el escritorio de la Dra. Restrepo, cómplice de todas aquellas incipientes historias de amor, pues se sabía de memoria los nombres de cada uno de los jóvenes. Recuerda que para las llamadas importantes utilizaban otro teléfono ubicado en el cuarto de los internos de medicina para no tener que hablar en clave delante de la doctora. “Una vez la doctora me dijo: ¡Por ahí la llamo otro, pero ese no era Jorge!”, manifiesta entre risas trayendo a colación el episodio, precisando que se casó con el novio de toda la vida.

La Dra. Gloria Mejía, después de sobrevivir a crisis profundas que atentaron años atrás contra el normal funcionamiento de nuestra Corporación —y aún en medio de la lucha continua por un mayor presupuesto para el desarrollo y la sostenibilidad de la ciencia en el país— resalta la familiaridad con la que trabajó de la mano de grandes maestros, cuyo prestigio no solo se cimentó en su profesionalismo, también en su ética y en la preocupación constante por el otro por encima de todo interés económico. “La realidad será lo que seamos capaces de construir”, así lo advierte la española Julia Navarro, una de sus escritoras favoritas, cuya frase bien podría adaptarse a los significativos esfuerzos que la Corporación ha tenido en su historia vital para dar un paso de la utopía a la visualización de un mundo real donde la ciencia ha estado siempre al servicio de la vida.

Elaborado por: Andrea Martínez

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