Debemos nuestro aprendizaje a los libros, esos pequeños objetos que contienen un universo de incontable conocimiento. Pero, sobre todo, debemos nuestra formación a quienes por asuntos del azar se cruzan en nuestro camino para entregarnos lo más valioso de sí mismos. En el marco de la celebración del Día del maestro en Colombia, recordamos a la Dra. Ángela Restrepo Moreno, doctora en Microbiología de la Universidad de Tulane, cofundadora y exdirectora científica de la CIB. Sabemos que al ser considerada una de las científicas más importantes del país, su vida quedará fijada en la historia del desarrollo de las ciencias biológicas en el ámbito nacional y latinoamericano; pero ya quedó fijada en la nuestra y en cada uno de los investigadores de nuestra Corporación a los que les trasmitió con inteligencia portentosa sus conocimientos, siempre luminosos de sentido.
Las personas que hoy trabajan en la CIB, tanto en los laboratorios como en las áreas administrativas, convierten sus anécdotas compartidas con la Dra. Ángela Restrepo Moreno en un espectáculo conmovedor e inestimable. Se complacen, con la presencia vívida de sus recuerdos, en resaltar la disciplina de una mujer que investigaba sin fatiga y que –gracias a los ideales intransigentes de su vida– descubrió el gozo de aprender no para medrar socialmente, sino para encaminar los sueños de aquellos jóvenes que deseaban ser científicos consagrándose a la necesidad de despertar un interés por la investigación en el país.
“Durante todos estos años la Dra. Ángela siempre estuvo al servicio de la vida y de la CIB. Es una mujer extremadamente humana, emprendedora y consentida ¡Es una gran maestra! Siempre la llevaré en mi corazón porque también fue una gran amiga, estoy muy agradecida por todo el crecimiento personal y laboral que tuve de la mano de ella. Recuerdo regaños sutiles que me expresó con mucho cariño. Siempre tenía dulces en su oficina para ofrecernos”, recuerda Claudia Mejía, integrante de la IPS CIB Diagnóstico.
A esta mujer que es descrita con un aire monumental de notable elegancia, no solo se le agradece profundamente su valor afectivo con honda visión crítica, también su tremendo sentido de verdad futurista, pues muchos de los jefes de las diferentes unidades de investigación de la CIB que fueron sus alumnos, tuvieron la oportunidad de formarse en el exterior gracias a sus asesorías o acompañamiento, lo que permitió el progreso de la Corporación y su relevancia en el medio. Para ella, abrir caminos hacia lo desconocido es algo realmente valioso. En las diversas entrevistas que le han realizado a lo largo de su trayectoria ha expresado el valor de “dar y recibir”, pues los jóvenes al ser críticos generan sus propias ideas contribuyendo al ánimo investigativo.
“Poder compartir con la doctora ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, no solo en lo profesional, también en lo personal. Como maestra ¡La mejor! Su enseñanza radica en el ejemplo, transmite todo su saber ocupando el lugar del otro. Es un ser maravilloso, siempre está pendiente de los demás, es detallista, atenta a cualquier fecha especial y de cómo celebrarla. Sus historias son inspiradoras, es una gran maestra”, expresa Alejandra Zuluaga, integrante de la Unidad de Micología Médica y Experimental y coordinadora de la IPS CIB Diagnóstico.
La imagen de la líder cercana empieza a dibujarse cuando las historias personales de la Dra. Luz Elena Cano, la Dra. Gloria Mejía, el Dr. Jaime Robledo o el Dr. Juan Guillermo McEwen, investigadores de más de 30 años de la Corporación, dejan entrever una relación maternalista. De este modo, se recuerdan con alegría algunos episodios ocurrentes del pasado como las infatigables peticiones de la doctora al Dr. Robledo para quitarse la barba, la amable atención de llamadas al laboratorio de jovencitos ansiosos en los que estaba el esposo de la Dra. Gloria Mejía o la búsqueda incansable de novias para el Dr. McEwen, por ejemplo.
“La Dra. Ángela es una maestra por excelencia, no dudó en ningún momento de transmitir su conocimiento. Le agradezco haberme mostrado la pasión y el amor hacia esos seres microscópicos llamadas “hongos”. Me permitió, al tiempo, conocerla para dimensionar a ese ser íntegro lleno de amor. La quiero mucho, le guardo profundos afectos”, manifiesta Karen Arango Bustamante, también integrante de la Unidad de Micología Médica y Experimental, la primera unidad investigativa que se fundó en nuestra Corporación. En días como estos, es necesario recordar a nuestros grandes maestros y a todas aquellas personas que desempeñan un papel transcendental en nuestra vida. Qué sería de nosotros sin el entusiasmo compartido por la ciencia y los caminos que solo son posibles de recorrer de la mano del otro. Los sueños se construyen en colectivo y se agradecen con una sonrisa de complacencia al reconocer que nuestra entrega desinteresada ha tenido especial relevancia en la vida de los otros.
Elaborado por: Andrea Martínez
Crédito de la fotografía cabezote: Periódico ALMA MATER UdeA