“La ciencia es el alma de la prosperidad de las naciones y la fuente de vida de todo progreso”.
Luis Pasteur
La historia de Ángela María López y Susana Torres, investigadoras de la Unidad de Biología Celular y Molecular de la CIB, no solo es interesante por el despliegue de una brillante trayectoria académica desde su año de ingreso a la Corporación, 2009 y 2016 respectivamente. La labor que cumplen hoy en el Laboratorio Departamental de Salud Pública de Antioquia con el análisis, la verificación y el procesamiento de muestras clínicas sospechosas de COVID-19, ha sido un reto profesional y una experiencia que ha tocado las fibras más sensibles de su vida personal. El relato sobre cómo vivencian su cotidianidad en medio de la pandemia está plagado de sentimientos de empatía, júbilo y esperanza, pero también de impotencia e incertidumbre frente a una sociedad inmersa en la era de la desinformación e indiferente a los incontables beneficios del desarrollo de las ciencias médicas.
La unidad investigativa a la que pertenecen tiene 30 años de existencia y se ha dedicado al estudio de los aspectos genéticos, moleculares y evolutivos asociados a la enfermedad causada por el hongo dimórfico térmico y patógeno humano Paracoccidioides brasiliensis. Antes de la cuarentena decretada en el país el pasado 24 de marzo, las dos microbiólogas no solo llevaban a cabo minuciosos análisis, también contemplaban la posibilidad de asistir a algunos congresos programados para diferentes meses del año, pero la irrupción abrupta de la noticia obligó a pausar aquello en lo que arduamente venían trabajando. “Un día o una semana no bastan para planear un experimento, se requieren meses. Ahora que todo está suspendido, debemos orientar nuestros esfuerzos a mantener vivas nuestras cepas”, expresa Susana Torres, quien actualmente cursa estudios de maestría en Microbiología en la Universidad de Antioquia.
En medio de las acciones preventivas impuestas por el Gobierno Nacional, el Laboratorio Departamental adecuó rápidamente su espacio con los equipos necesarios para ponerse a disposición del Estado, agilizando así el dictamen de los resultados en medio de la contingencia. Ambas investigadoras fueron contratadas para apoyar esta misión y durante tres semanas se dedicaron a evaluar procesos de calidad que van desde la verificación del estado de las muestras hasta la revisión de los datos básicos y clínicos registrados en las fichas epidemiológicas.
Durante esta primera fase de esfuerzo mancomunado, se enfrentaron al primer desafío: el bioanálisis. Gracias a las asesorías de las epidemiólogas del Laboratorio Departamental, observaron con detalle las guías de vigilancia enviadas por parte del Instituto Nacional de Salud (INS) para darle cumplimiento a los casos probables de COVID-19. “Tienes que aprender rápidamente y hacerlo bien porque si recibes una muestra que no tiene unas condiciones óptimas o que no cumple con los criterios, se van a gastar reactivos que son importantes para otro paciente en estado crítico. Es decir, si paso una muestra que no cumple con las exigencias, me va a dar un resultado que no va a ser confiable. Es una responsabilidad social, ese tubo es un paciente y este paciente es un diagnóstico. Tengo que tener presente que una muestra es alguien que está esperando su resultado y que su vida puede depender de ello”, expresa Ángela María López, PhD en Molecular Medical Mycology de la Universidad de Aberdeen.
Gracias a su experiencia en la manipulación de material genético, apoyan actualmente en el Laboratorio Departamental lo estrictamente pertinente al procesamiento. Dicho proceso inicia con la división de la muestra en dos partes, una pasa a un biobanco para llevar a cabo nuevamente el procedimiento en caso de ser necesario y la otra es usada como alicuota de trabajo para la extracción de ácidos nucleicos. Durante la extracción es donde la experiencia de las investigadoras se ve más reflejada. Se extrae entonces ácido ribonucleico, es decir el ARN (esta molécula es muy lábil y puede degradarse facilmente si no se da una correcta manipulación). A continuación, este material genético se mezcla con reactivos específicos para buscar la secuencia del virus en la muestra. Posteriormente, a través de la técnica de reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real (RT-PCR), se ve reflejada la presencia o no del virus. Si existe material genético inicial del virus, con el método molecular se aumentará a millones de copias, las cuales serán detectadas por un equipo especializado, dando como resultado una muestra positiva; en ausencia del material genético del virus, la prueba será negativa.
Ambas investigadoras señalan que dicho proceso es imposible reducirlo a una hora. Respecto al tema del consumo y la transmisión de información falsa sobre esta cadena de análisis y la genómica del virus, las cuales crean niveles de estrés insospechados, sienten la responsabilidad social de comunicar desde su profesión y su experiencia aquello que puede contribuir a la tranquilidad y la responsabilidad colectiva. Desde su quehacer, asumen con gratitud y compromiso disponer su conocimiento al servicio de la vida aunque esto signifique un riesgo constante para ellas, sus allegados y sus mismos compañeros del laboratorio, lo que las obliga a cumplir con extensas rutinas de desinfección y autocuidado con el lavado de manos, la única prevención segura que tenemos hasta el momento.
En estos tiempos críticos de pocas certezas frente al futuro, reconocen la problemática, pero también las valiosas herramientas que posibilitan el diagnóstico, la detención rápida de los síntomas, los estudios sobre la secuencia del virus y los candidatos de vacunas; aspectos con los que no se contaron en la pandemia de 1918, también conocida como gripe española. “Es la primera vez que vivimos esto en este siglo, lo único que espero es que de todo corazón veamos la importancia de tener un buen sistema de salud y de tener buenas capacidades científicas. Esperamos que haya un cambio significativo, que entiendan la magnitud de algo como esto”, expresa Ángela María López. Por último, hacen un llamado al respeto del personal médico que en este momento no solo se da a la tarea de contrarrestar el virus, sino a cuidar esmeradamente a pacientes con cáncer, diabetes, problemas renales, etc. “Si todos dimensionáramos la relevancia que tienen nuestras pequeñas acciones cuando asumimos con responsabilidad el cumplimiento de todos los protocolos, seríamos testigos de la posibilidad de luchar colectivamente contra la pandemia. Somos una cadena de responsabilidades, desde el señor que lleva cuidadosamente las muestras al laboratorio a la temperatura adecuada hasta la persona que se queda en casa sin buscar excusas innecesarias para salir. Todos jugamos un papel trascendental en la prevención del virus”, expresa finalmente Susana Torres.
Elaborado por: Andrea Martínez